Cuentos de la Granja: Las Raizas


Con parte del dinero de los ahorros de la abuela, una mula y varias gallinas se compró a crédito un terreno plano cerca del río; era una ganga y lo mejor de todo era que el abuelo había escuchado que en ese terreno se había sido enterrado un botín de un robo famoso acontecido en la época.



Mis tíos y varios amigos decidieron tomar la empresa de buscar el tesoro, abrieron hoyos por todas partes, agotados de trabajar y de no tener un lugar donde pernoctar, decidieron un domingo construir el primer rancho modesto de latones de zinc que luego se llamaría "Las Raizas" una casa humilde con suficiente terreno para tener un conuco decente y así alimentar a la numerosa familia.



Las Raizas tenía grandes arboles de mango, mazapán, limón, naranja, plantas de lechosa, yuca y parchita. Con el tiempo y esfuerzos se les hicieron reformas y se convirtió en una casa más cómoda con habitaciones amplias, baño, sala,cocina y solar.

En las horas del medio día arreciaba la calor y bañarse con agua del río era refrescante. En las tardes el solar se convertía en un salón de juegos de interminables partidas de bingo, dados, cartas y dominó muchas veces nos daba hasta el amanecer. Recuerdo jugar a los dados con los tíos quienes nos contaban relatos de espantos, de luces que nos llevarían a calderos enterrados llenos de morocotas; jocosas historias de sus padres y abuelos. Las noches se nos pasaba entre cuentos, visiones de luces, gritos de bingo y trancas de dominó.

“Las Raizas” tenía un problema; cuando llegaban las lluvias se anegaba el terreno y se perdían las cosechas de lechoza y yuca, el río se desbordaba hasta las casas; los colchones, catres y todo lo que estuviera cerca nadaba entre el barro y agua. Años transcurrieron y los tíos ya cansados de las inundaciones y de abrir huecos deciden vender la casa por un precio de regalo; con el tiempo el río fue embaulado, la casa demolida para hacer un complejo habitacional. Dicen los vecinos que cuando el tractor derribaba los árboles de la casa se encontró debajo de las raíces del mazapán una botija de morocotas de oro, precisamente donde se veía la luz. El estado se quedó con el tan anhelado botín.

Cuentos de la Granja. @kirimiking